Educación Especial-Diferencial

Viviana Zepeda, Richard Quinteros y Mónica Orrego

Ex alumnos asesoran innovador proyecto que busca autodefensa de los Derechos Humanos de las personas con discapacidad

“Los recuerdos de mi paso por Sausalito fueron vivir 5 años en el campus, pues estábamos desde las 8 de la mañana a las 8 de la tarde… Fue conocer a las personas que trabajan allá, profesores, auxiliares, secretarias, la gente de la biblioteca, por eso al volver es recordar las conversaciones en el pasto, estudiar con los compañeros y que buscamos, a través del Centro de Estudiantes, sacar las pedagogías de las aulas, complementar con algo más, a través del voluntariado, que luego se transformó en nuestro ámbito profesional”, recuerda Richard Quinteros, ex alumno de Educación Diferencial, que junto a Viviana Zepeda y Mónica Orrego, también ex alumnas de la carrera, asesoran a “Líderes con mil capacidades”, una organización sin fines de lucro que trabaja por la autodefensa de los derechos humanos de jóvenes y adultos que presenten algún tipo de discapacidad.
“Líderes con mil capacidades” nació en noviembre del año 2007 en Valparaíso, en un seminario organizado por la ONG Andalué junto a Grunden, organización sueca, donde jóvenes de escuelas especiales y talleres laborales compartieron su experiencia. En marzo del 2008 se convocó a diversas instituciones y se comenzaron a juntar una vez al mes, y con el paso del tiempo se fueron delimitando objetivos y actividades.
Desde el 2009 se han reunido periódicamente en la sede de Andalué en Quilpué y se han transformado en una organización pionera en el país al funcionar desde la autogestión y la autorepresentación, donde los socios integran la directiva y no sus familiares o profesionales que los representan, como sucede en otras organizaciones.
También se han realizado talleres en Derechos Humanos, dictado por profesionales y los mismos socios que integran la agrupación; talleres de alfabetización digital; y se han iniciado contactos con agrupaciones internacionales, por lo que “Líderes con mil capacidades” se ha convertido en referente de otras iniciativas que se están gestando en el continente.
La mayoría de los socios vienen de las comunas de Villa Alemana, Quilpué, Viña del Mar y Valparaíso, y hay hombres y mujeres desde los 17 años en adelante.

“Han sido años maravillosos. Líderes alimenta el espíritu y el alma, al comenzar este proyecto pensábamos que íbamos a lograr algo como esto, pero no sabíamos cómo ni cuándo. Muchos integrantes de Líderes fueron alumnos de práctica, y verlos crecer es un logro personal. Esto demuestra que sí se pueden hacer cosas, y hacerlas acá”, señala Mónica.

Viviana Zepeda agrega que la experiencia de “Líderes con mil capacidades” ha sido “doblarle la mano a esa falta de optimismo, pensar que no se puede hacer, que la vida real no es así… Es quebrarle la mano a la negatividad del mundo y ver que sí se puede lograr el sueño de hacer del mundo un lugar más igualitario y mejor”.

Los aprendizajes en este tiempo han sido muchos. Richard Quinteros destaca las enseñanzas desde lo profesional y lo personal: “He aprendido a ser un buen asesor, ya que cuando uno se educa con suerte aprende ser Educador Diferencial, pero asesor implica una imagen de par, donde el que está enfrente es un par al que le debo respeto y debo darle cuenta del trabajo que hago. En lo personal me he cuestionado las conductas discriminatorias y prejuicios arraigados que tenemos, ya que el conocer otras realidades de minorías discriminadas, se transforman en nuestros mejores cómplices para producir cambios mayores”.

Proyectando el trabajo de Líderes, los ex alumnos de Educación Diferencial PUCV esperan que sea un espacio activista de Derechos Humanos, que los socios y colaboradores puedan vivir de ese trabajo para poder dedicarse 100% a él, y que exista en toda América jóvenes socios representando a la comunidad, logrando una participación ciudadana más inclusiva.

Por eso, invitan a quienes quieran colaboran con la iniciativa a contactarlos a: agrupacionlideres@gmail.com

Paso por Sausalito
El conocer grandes amigos, formarse una visión de ser humano en base a la empatía, los aprendizajes entregados por los maestros y las prácticas profesionales fueron destacados por Viviana, Mónica y Richard al recordar su paso por la PUCV.
“Fueron 5 años súper intensos y bien vividos, con ganas de crear cosas, de cambiarlo todo, de sentirse vivo y movilizarse. Nuestra frase era integrar a las carreras, y salirnos de los libros y hacer”, recuerda Viviana Zepeda, quien fue parte de la primera generación de Educación Diferencial que tomó dos menciones.
“Una de las cosas que debo agradecer es la formación de la carrera, he podido viajar y conocer a otros profesionales y reconozco que nos entregaron muchísimas herramientas que nos hace estar tranquilos al enfrentarse a la educación especial”, agrega.
Mónica Orrego, por su parte destaca: “Se nota el sello de la PUCV, desde la formalidad, de cumplir con ciertos protocolos, del orden. Agradezco la posibilidad de conocer muchas realidades y tener conocimiento de vanguardia, sin desmerecer a otras instituciones”.
Para este grupo de ex alumnos, la Educación Especial tiene hoy una serie de desafíos que los futuros educadores deberán enfrentar, entre ellos que todas las pedagogías tengan el sello de atención a la diversidad y poder articular desde la época universitaria una formación conjunta con otros profesionales.
“Hay que cambiar mirada en torno a las personas en condición de discapacidad. Es un proceso lento, pero hay muchas cosas por hacer. Como Educadores Diferenciales debemos ser colaboradores y puente, mediadores, para generar ese camino más expedito, pero que la persona lo recorra solo”, añade Richard Quinteros.

Como profesionales dedicados a la educación especial, cuentan que han conocido una serie de mitos en torno a las personas con discapacidad, como que no son adultos o autónomos, que no pueden vivir solos ni desenvolverse en instancias sociorecreativas, que no pueden tener pareja ni insertarse al mundo laboral, que son pocos por lo que no se hace nada, que nunca van a aprender y que hay que regalarles la nota.

Por otra parte, se idealiza a las personas con discapacidad, “que son todos buenos, que serán angelitos que bendecirán la empresa y se generan falsas expectativas, respecto a que hará mejores a las personas por el hecho de trabajar con ellos”.
Ambos extremos impiden acercase adecuadamente a las personas con necesidades educativas especiales y acompañarlos en un proceso de aprendizaje que va más allá del aula, destacan los ex alumnos.