Actualidad Pedagogía PUCV

La planificación del tiempo en los universitarios en el contexto de Covid-19

Por: Micheline Silva Santander

Ex alumna de Educación Especial

Educadora Especial- Servicio Médico DAE-PUCV

Mi nombre es Micheline Silva, actualmente me desempeño como educadora especial en el área de apoyo piscoeducativo de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de nuestra universidad, espacio al que acuden los y las estudiantes que requieren apoyos para su proceso de aprendizaje en la educación superior. Egresé el año pasado, por lo tanto mi experiencia como estudiante no es lejana. Desde mis prácticas y experiencias personales he podido reconocer la planificación del tiempo como un eje central en el aprendizaje, pues nos permite estar preparados y no tener que improvisarlo todo. La desorganización del tiempo y falta de hábitos, más el encierro y todo lo que aporta el contexto de pandemia, puede jugar una mala pasada a muchos estudiantes.

Tal como mencionaba, la planificación es un eje central en el aprendizaje tanto como habilidad y como proceso de organización de nuestro tiempo. De hecho, es una de las áreas que siempre debo trabajar con mis estudiantes, esto se debe a que la lógica escolar es mucho más directiva y la universidad es un contexto en donde se requiere autonomía. Esto implica cambios en el rol del estudiante, pues la responsabilidad para cumplir los objetivos de aprendizaje y estudiar en sí, recae en ellos. De esta manera, he podido evidenciar que la planificación y organización del tiempo es escasa, presentándose como la mayor dificultad de los estudiantes y llegando a condicionar el desempeño de las habilidades fundamentales para el aprendizaje.

Algunos autores como Guichard (1995) y Romero (2009), señalan que los estudiantes no tienen claro el qué y para qué estudian y tampoco el hacia dónde se dirigen con estos procesos, lo que dificulta el establecimiento de metas que los comprometan con el estudio. De igual, forma Álvarez, López y Pérez (2015) añaden que esta situación pueden generar inseguridad, improvisación, desmotivación y en el peor de los casos, deserción de los estudios universitarios.

¿Cómo se vivencia todo esto en el contexto de crisis sanitaria? Al parecer todo incrementa exponencialmente, sobre todo, los factores relacionados a la planificación, debido a que se ven limitados y nunca nos hemos planificado para estar  todo el día en casa y con tantas restricciones.

Lo que más se ha hecho evidente es una excesiva preocupación por el rendimiento y la productividad, llegando a generar altos niveles de incertidumbre, estrés y ansiedad, aspectos que afectan la salud mental y el aprendizaje.

¿Qué aspectos influyen determinantemente? Bueno, he podido conocer desde la voz de mis estudiantes la dificultad de establecer un horario y espacio para estudiar, pues muchos están compartiendo sus espacios con sus familiares o amigos, quienes desarrollan distintos tipos de actividades. Las rutinas han cambiado y ahora todos participan de las tareas del hogar, cuidado y atención de otros, etc. Esto implica que la planificación actual debe considerar tiempo para todo tipo de actividades, ya no es solo asistir a clases y estudiar para evaluaciones. En función de lo anterior, los tiempos y tareas se extienden mucho más, porque no hay momentos determinados para cumplir con las actividades, es decir, podemos pasar horas estudiando y trabajando, fuera del horario que regularmente lo haríamos.

Durante esta pandemia la planificación debe ser flexible, pero no prescindir de ella, pues nos permite tener control sobre nuestro tiempo, determinando momentos para estudiar y trabajar, pero también espacios de esparcimiento y relajación, es sumamente importante mantener un equilibrio y cuidar integral y multidimensionalmente nuestro ser.

Por otra parte, ya conocemos que  todo lo relacionado con la pandemia es incierto y no tenemos actualmente control sobre ello. Por lo tanto, la organización nos permite al menos, tener claro qué sucederá mañana en lo personal, disminuyendo así la ansiedad y el estrés de la incertidumbre. En cuanto a los resultados que he visualizado apoyando la planificación de mis estudiantes, he percibido un rol más activo en cuanto a los roles que cumplen, también ha aumentado su sentimiento de competencia y autonomía, pues muchos señalan: ‘’ahora puedo hacer más cosas y me canso menos’’, ‘’puedo cumplir mis metas y no dejar mi vida personal de lado’’, ‘’puedo estudiar, preparar evaluaciones y no morir en el intento’’.

A pesar de esos resultados, creo que es fundamental comprender que esta situación nos afecta a todos de diversas formas y que la inclusión también debe ser la forma de abordar las necesidades de los otros. No sabemos qué sucede en cada contexto de nuestros estudiantes, qué tienen que hacer, qué otras preocupaciones tienen o con qué otras cosas deben cumplir. El punto crucial es favorecer una planificación que les permita dar lo mejor de sí, sin tanto agotamiento y que como señalan ellos ‘’no los haga morir en el intento’’, aprender no tiene por qué conllevar una connotación así, mucho menos en un contexto como éste.

Todo este contexto es duro y nos vemos afectados psicológica y físicamente, el organizarnos nos puede ayudar a manejar de manera más consciente todo esto, protegiendo tiempo suficiente para identificar qué nos está afectando y  estableciendo objetivos para cuidarnos y autocuidarnos.